Cuando tus manos acarician el cigarro
Mis sueños se vuelven humo,
Para ir contigo a su destino
Desaparecidamente al instante.
Cuando mis manos ajenas a tu trabajo
Reprimen su viaje de llegada
Empuño los deseos todos
En la tarde de mi pluma.
Violentando el sentimiento y sentir poético,
Reclamo el verso en la noche
Que ofrece tu presencia.
Envidio el cigarrillo en tus manos
Que besa él diagnostico freudiano,
Del amor oculto en tus humos pensantes.
Que envidia que envidie
Al que no se siente envidiado
Que pena que la envidia me lleve
A penar por envidia.
Que pena envidiar ,
La pena de la envidia mía.
Que pena que mi mundo
No sea en este cigarro el tuyo,
Y mis pensamientos su humo.
Que pena que el octubre 17, no vuelva mas
Y que ahora vuelvas con la pena
De no ser envidiada jamás.
LENNOX
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