Recordas aquella vez
Que te entregue un poema de Benedetti
Y vos reñiste porque gustabas de Neruda,
Salvó nuestro enojo Cesar Vallejo, e hicimos el amor
Con aquel poema de Ernesto Cardenal.
El gusto por tus poetas parnacianos, me sonó extraño,
Sin embargo la forma de pronunciarlos me éxito bastante,
Hasta podía jurar que me llevaste de paseo a Grecia y Roma;
Pero yo te convide en susurro a Latinoamérica, donde vivimos
En el asiento trasero de un viejo camión, un poema.
Después vinieron los despueses y tuvimos que despedir la noche
Cuando en la montaña se ocultaba la luna y aparecía el sol,
Sol maravilloso de tus ojos, candentes y vivaces, queriendo salir
Por el escote de tu blusa, antes de tirarnos al mar. Para amarnos
Entre olas blancas y poemas de Neruda; era nuestra Isla Negra.
Claro esta que tú no eras, Matilde Urrutia,
ni yo Benedetti, tampoco Neruda, ni nos caso Ernesto Cardenal
y no por eso nos angustiamos como Vallejo.
Tampoco me pertenecías, ni eras de mis versos,
Pero la noche nos hizo dueños de todo la creación entera
En aquella playa sin nombre y con tantos poetas,
Y sueños por escribir, que hoy solo me hace recordar,
Tu primer enojo.
LENNOX
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